En una ocasión antes de ir a la escuela me encontró en la cocina
terminando de comer. Cuando había alguien presente le gustaba recargarse en la
pared y abrazarme por la espalda, de esta manera yo podía tener los brazos detrás
de la espalda acariciando suavemente su pene sin que se dieran cuenta del todo.
Esa tarde había alguien más presente y yo acariciaba su pene mientras simulábamos
sólo estar recargados uno sobre el otro, pero luego sentí como un calambre, así
pensé en ese momento, un calorcito que recorría mi pubis hacia abajo y sin
pensarlo tomé sus manos dirigiéndolas hacia mi vientre y hacia abajo. De inmediato
las retiro y me dijo en el oído: “No”. Yo me asusté y me retiré. La otra
persona ni siquiera se dio cuenta.
Ya en la escuela estaba de moda el chismógrafo. Un cuaderno que alguno
de los del grupo elaboraba con una pregunta por hoja y la iba pasando a cada
compañero para que respondiera las preguntas, escribir el propio nombre era
opcional y sólo los más atrevidos lo hacían. Llevaba ya varios días circulando
entre los del grupo, como yo pertenecía al grupito de amigas que había escrito
el chismógrafo no me tocaría responder hasta casi el final, así nosotras
podíamos enterarnos de lo que todos respondían y ellos no leerían nuestras
respuestas. Recuerdo que en sí sólo queríamos espiar a los demás.
Muchas preguntas fueron idea mía, otras más fueron de Verónica, una
chica muy guapa, la mayor del grupo, yo tenía alrededor de 9 años y ella tenía
12 años. Era hermana de una chica llamada Ana, casi no se parecían, Verónica
era atractiva, de piel blanca, cuerpo de mujer muy bien marcadas sus curvas y
delgada, además de alta; la hermana en cambio no era tan agraciada, incluso sus
modos eran más rudos y un tanto corriente. Verónica sabía darse su lugar. Ella
siempre estaba fascinada con mi cuerpo, mi cintura y mis pechos eran su
adoración y a mí me provocaba esa misma fascinación la manera en que podía
hacer desaparecer cualquier mínimo rastro de existencia de pechos en ella.
El chismógrafo fue iniciado por ella y terminado por mí. Así que las
primeras preguntas eran simples, nombre, edad, si se tenía novio o novia, desde
que edad, que era lo más atrevido que habían hecho hasta ahora, si habían
fajado…luego venían las mías, preguntaba que partes del cuerpo del otro habían
explorado, cómo eran sus besos, si habían hecho el amor (aunque no supiera bien
que era eso de hacer el amor), entre otras que no recuerdo.
Cuando el cuaderno regresó esa tarde a nuestras manos, empezamos a leer
las respuestas y a platicar de qué significaba hacer el amor, Verónica dijo que
era cuando una se hacía mujer pero no quiso explicar nada más. A mí se me grabo
esa frase el resto del día.
Al llegar a casa (como siempre sólo estaba mi abuela en la entrada)
entré sin avisar que había llegado, el resto de la casa estaba a oscuras así
que caminaba despacio para no tropezar, al cruzar el pasillo él salió de su
cuarto provocándome un sobresalto, se río y me introdujo a su cuarto. ¿Te asusté? –decía mientras me abrazaba
fuerte. Sí, me asustaste mucho tío, ¿puedes
explicarme algo? ¿Qué significa la frase hacerse mujer?
Abruptamente me soltó, se sentó en la cama y me colocó de pie en medio
de sus piernas. -¿Por qué lo preguntas,
dónde lo escuchaste o quién te lo dijo? –Nadie, sólo fueron pláticas en la
escuela. -¿Y qué más escuchaste? –Que hacer el amor significa hacerse mujer,
pero no entiendo que significa hacerse mujer y entonces no sé qué es hacer el
amor. Hubo un silencio prolongado. Acercó su cabeza a mi vientre y me
abrazó las caderas, casi murmurando dijo: “yo
puedo mostrarte, ¿quieres que te enseñe cómo hacerte mujer?” –nnnoo sé. –Tranquila,
no te voy a lastimar sólo quiero sentirte un poco.
…me es difícil evocar este recuerdo. Su cuarto estaba completamente
oscuro, no obstante un rayo de luna se filtraba por la ventana que estaba justo
frente a la cama. El empezó a acariciar mis nalgas. Yo me quedé muda. Repetía constantemente
que no me haría daño. Levantó mi blusa y se detuvo a besar mis labios, luego se
puso de pie y se desnudo por completo. Yo no podía ver su cuerpo debido a la
oscuridad. Me sentó en la cama y colocó ambas manos mías sobre su pene, yo no
sabía qué hacer, estaba muda pero también tiesa, así que él movió mis manos
sobre su miembro hacia arriba y hacia debajo de forma firme y regular.
Luego me bajo el pans. En ese momento le dije que tenía miedo y quería
irme. Insistió en que no me haría daño, que solo quería sentirme un poco. Bajó mis
pantaletas, abrió mis piernas y sentí el dolor más desgarrador que he vivido
hasta el día de hoy (físicamente), al mismo tiempo apretó mi boca con su mano
para que no se escuchara mi grito. Mientras más se movía, más dolor sentía
acompañado de un calor quemante, ardía y no podía más que llorar
desesperadamente.
Debí quedar inconsciente un rato, porque cuando desperté estaba
recostada sobre la cama con mis pantaletas y mis pans en su sitio, mi tío a un
lado desnudo y sentado sobre el borde de la cama, al ver que intentaba
incorporarme sin lograrlo me extendió los brazos y casi en silencio preguntó si
podía sentarme, aun sollozando le dije que sí pero me dolía mucho estar sentada.
-Hazlo despacio, el dolor se te
pasará pronto. Ya eres una mujer. Y salió del cuarto. Yo me quedé llorando
y al poco rato salí del cuarto caminando lento, pues el dolor entre mis piernas
era intenso. Efectivamente algo había cambiado en mí, pero dudaba mucho que ese
dolor significara que ahora era una mujer. ¿Acaso no lo había sido desde que
nací?
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