Sé que todavía
estoy rota, lo constato cada vez que
vuelvo a caer, en mi lista llevo ya varios hombres y mujeres…camino
sobre el espiral una y otra vez sin cesar. Algunos pensaran que lo disfruto, es
verdad, pero sólo por un corto tiempo, en realidad, la mayor parte de mi día a
día estoy intentando controlarme, tengo periodos de abstinencia total, incluso
de mí misma, pero luego regresa el fuego
que lo mata todo, me arde la piel y a veces…vuelvo a caer.
¿El último? El último
no fue. Me refiero a que esto no acaba, pero te hablaré de un par, ambos se
parecen mucho, los diferencia el color de la piel y el grado de cinismo: el
moreno es seductor, por lo tanto un mentiroso bien dado; en cambio al blanco le
gusta coger, un coleccionista que sólo aceptaría mentirse a sí mismo, pero si
de sexo se trata es claro y directo.
Ambos son un pito
para mí, sólo que uno genera más problemas que el otro, y más o menos en la
misma proporción, uno da más placer que el otro, aunque sigo preguntándome
quien gana. Raúl, es un tipo feo, moreno, gran besador, egoísta o quizá no
tanto, seductor en magnitudes catastróficas y tal vez por ello, el más
peligroso hoy en día para mi debilidad, llevo casi seis meses sin verlo, a
costa de mucho sacrificio, dolor físico y emocional, soledad más un exceso de
trabajo para mantener mi mente ocupada. Esta abstinencia de él fue lo que me
condujo a Pablo.
Pablo es lo que yo
defino “un buen chico”, un típico buscador de sexo casual entre “círculos
seguros”, es decir, entre amigas y conocidas. No, yo no lo busqué, aunque he de
confesar que desde hace un par de años atrás que lo imaginaba sin ropa, así que
cuando de pronto una noche me buscó en el chat, me fue sencillo “morder el
anzuelo”. Es algo que he aprendido a hacer, hay quien disfruta ser el cazador,
hay quien disfruta ser el asediado, yo simplemente soy perversa, quien esté del
otro lado no importa mucho, en cambio, sí el juego que proponga.
La historia la
termino escribiendo yo, me dí cuenta hace mucho tiempo. Cuando Moisés, creyó
estar seduciendo a una quinceañera virgen, mi papel de niña ingenua se hubiera
acabado pronto si él se hubiese atrevido a tocar debajo de mis panties, pues mi
humedad vaginal no mentía entonces, ni ahora.
Pablo gustaba de
sentirse excitado con relatos de fantasías eróticas, con intercambios fotográficos
y contactos vía web, a mí me excitaba saber lo que mis historias lograban, el
imaginarlo caliente y masturbándose con mis fotos o mis líneas; hasta el día en
que nos vimos frente a frente, mis fantasías masturbatorias lo incluyeron cada
noche.
Los encuentros
reales tienen la desventaja (cuando proceden a una serie de intercambios
fantasiosos), de ser siempre a blanco y negro, la pasión, el fuego, la
verdadera entrega sexual se queda en la imaginación, lo demás es sólo un
cosquilleo en la entrepierna que dura unos cuantos segundos. Pero yo estoy
rota, ya lo dije, así que una noche cualquiera quise sentir con mis manos y mi
boca lo que cada noche en mi imaginación estaba, le pedí que nos encontráramos,
ya tenía los condones, el lugar y las ganas, él dijo sí.
Por alguna extraña
razón, cuando llegó el momento, me sentí nerviosa, no excitada como es normal,
sino nerviosa, absurda y tontamente temerosa del encuentro. De pronto no supe
qué hace ni qué decir, las palabras y la imaginación toda, me había abandonado…así
que, risiblemente, después de diez años, volví a ser una pequeña nena a la que
le dicen si debe abrir las piernas, chupar un pito mirando a los ojos,
sentarme, acostarme, girarme…no hubo besos, tampoco caricias en sí, genitalidad
pura, un orgasmo (unilateral) y ni la promesa de repetirlo, algunos creen que a
la segunda sale mejor, yo simplemente sé que el hombre sin pantalones que tenía
en frente, no era el mismo con el que fantasee cada noche durante meses, se
parecía mucho a las fotos recibidas en mi celular pero le faltaba el misterio,
la añoranza de la lejanía, el deseo que nace del no tener…estaba allí, frente a
mí, y yo, no supe que hacer con ello, así que lo cosifiqué.
¿Por qué no podía,
como siempre, actuar la historia, crear el personaje y el escenario preciso? ¿Por
qué este Pablo llegaba con su actitud nerviosa, a matar mi fantasía sexual, en
donde yo tenía que ser la tierna y temerosa mujer seducida? ¿Por qué no me besó
los labios con fuerza, me arrancó la blusa y me penetró sin estar lista? En vez
de eso se sentó en la sala, pasó directo a mi seno izquierdo y en un santiamén,
ya estábamos actuando los quince minutos de video porno casero.
¿Qué me quedó? Nada,
un deseo multiplicado a la décima potencia de encontrar a Raúl, mi antídoto
resulto ser veneno potenciador. Quise aplacar la sed que provocaba mi
abstinencia en un encuentro casual. Resultó ser la cascada de una serie de
eventos no deseados, encuentros que cada vez me llenaban menos, que me
provocaban asco, que me recordaban lo vil que era como persona, y que mi vicio
necesitaba dosis mayores cada día.
No obstante algo
bueno me ha dejado, sigo sin ver a Raúl, y de pronto tuve la fuerza para “cortar”
–llevo tres meses y contando- todas mis “relaciones sexuales” de tajo; y hasta
hace dos semanas no había tenido que recurrir tampoco a la masturbación. Sin
embargo estoy rota, y mi voluntad se debilita, llevo dos semanas masturbándome compulsivamente…
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