Una nube de arena borró mis recuerdos desde ese evento hasta los 10 años
de edad. Un poco más de un año de mi vida borrado de mi memoria. Desde ese
evento los recuerdos son marañas de emociones, confusiones, sensaciones y
dolores sin tiempo, sin espacio, sin forma y por lo tanto me es imposible
plasmar, he tardado tanto tiempo en intentarlo que ahora que lo hago quedo
agobiada y extremadamente cansada al no lograrlo.
Pero en cada esfuerzo aparece algo. Una invasión de tristeza en todo mi
cuerpo. Se me nublan los ojos, me quedo ausente y una parte de mi vuelve a
tener 9 años.
No se sorprendan entonces si a partir de aquí la historia da un vuelco
de 360°. A los 10 años y medio he pasado de ser la niña tímida, triste todo el
tiempo, callada, que se aterraba en cuanto se acercaba un hombre no importa que
fuera mi propio padre, la que lloraba todas las noches teniendo pesadillas, la
que comenzó a odiarse y sentir que no valía nada…a ser una adolescente
completamente rebelde, coqueta en extremo, seductora, noviera y extremadamente
agresiva y con un vocabulario bastante florido.
Cuarto grado de primaria fue el mejor de la educación primaria, me hice
mi fama en la escuela: “roba novios” así me decían, la verdad no se acercaba ni
tantito a ese título, pero ya saben “crea fama y échate a dormir” y yo dormía
plácidamente. Mis problemas se terminaron cuando inventé ser parte de una
banda, en la escuela dejaron de molestarme, sin embargo mi fama de roba novios
me cobraba algunos centavos extra. Había un chico en sexto, muy guapo (al menos
así lo recuerdo), alto, delgado, moreno, coqueto y tenía novia, una de las
gemelas de la escuela, eran las únicas gemelas así que toda la escuela las
conocía.
Él se apellidaba Caballero y hacía honor al mismo, siempre fue un
caballero conmigo y con todas las que le rodeaban. A mí me gustaba eso era
verdad, pero mis amigas se encargaron de repartir rumores en los grupos de que
él quería conmigo y yo con él. Las reacciones no se hicieron esperar, cuando
nos encontrábamos en el receso él me sonreía, una vez se acercó a preguntarme
si yo era…C. por supuesto eran mis momentos para coquetear con él, pero él
sabía ser fiel a su novia. Así que un día se me ocurrió usar a mis amigas y su
curiosidad para romper esa relación. Escribí dos cartas, cada una con una letra
diferente. El plan era entregar las cartas al mismo tiempo cuando ambos
estuvieran separados, durante el receso. Una carta iba dirigida a Caballero y
otra a la novia. Cada carta decía básicamente lo mismo con palabras distintas,
mi imaginación y la facilidad para escribir me ayudó bastante. Caballero
terminaba a su novia en la carta y su novia terminaba a Caballero en la carta
que él recibía. Mi plan era perfecto. Lamentablemente todo salió mal, una de
mis amigas cometió el error de entregar más tarde la carta a Caballero, por lo
que la novia tuvo oportunidad de hablar con él y reclamarle el que la
terminara, obviamente él le dijo que no sabía de qué hablaba, así que la novia
fue muy molesta hasta mi salón preguntó a todos por mi nombre, todos me
señalaron: ella es C.
Ahora que lo recuerdo fue bastante divertido. No puedo evocar su nombre,
sólo su imagen, mujer de pequeña estatura, ni delgada ni gorda, morena con
manchas rojizas sobre las mejillas y unos cuantos granitos que le hacían ver el
rostro bastante llamativo, pelo corto, negro y ensortijado. Me preguntó a
gritos si yo había escrito esa carta, le dije no saber de qué carajos hablaba,
ella estaba divertidamente molesta, quería golpearme pero yo me mostraba
completamente serena e indiferente a sus ataques, lo que la hacía berrear mucho
más. Terminó rompiéndome la carta en la cara, gritándome que me lo regalaba,
que si tanto quería quedarme con su novio podía metérmelo y sacármelo por donde
más se me antojara. ¡Qué bello recuerdo!
Al salir de la escuela ya me esperaban unas chicas banda en la entrada.
Eran nada más y nada menos que las hermanas de Caballero, iban a ver quién era
esa que se decía pertenecía a la banda de La Metallicas y por su puesto echarme
bronca, pues yo no era suficientemente mujer para su hermanito. Dos tipas
bastante rudas, pero a mí ya pocas cosas me daban miedo. Las dos hermanas
sacaron sus “navajas”, un par de exactos de lámina delgada que se romperían al
mínimo intento de usarlas como armas. Detrás de mí estaba Verónica, perrucha
con todo y su carita de mosca muerta, su hermana que también era entrona y yo
al frente riendo irónicamente de las tipejas que tenía enfrente. –Cuando quieran- les dije –Te buscaremos, así que avisa a tus amiguitas
metallicas. –Yo sola puedo con ambas.
Sólo fue un encuentro para medir fuerzas, cuando vieron que no me
asustaba se largaron por donde llegaron. Un par de días anduvieron detrás,
incluso se presentaron en mi casa, pero nada paso.
Llegué a casa bastante agitada ese día. Mi papá estaba trabajando, había
varios clientes en el negocio, así que sólo le dije que ya había llegado desde
la puerta y seguí mi camino hacia los cuartos. Una sensación conocida me detuvo
al final del pasillo de la entrada, traté de respirar con calma para controlar
los acelerados latidos de mi corazón. Toda la casa estaba en calma, mi abuela
ya se había encerrado en su cuarto y el resto de la casa estaba a oscuras, me
armé de valor para seguir caminando, como siempre mi tío me esperaba escondido
en su cuarto, al pasar frente a su puerta salió y me siguió hasta la altura de
su taller, allí me llevo dentro, nos besamos apasionadamente.
Su perfume era peculiar, no sé describirlo pero todavía podría
reconocerlo, mi memoria tiene el registro de la mezcla de ese perfume con el
olor de su pene y sus secreciones. Jamás lo olvidaré. Bien dicen, el cuerpo
tiene memoria y ese olor aún me pone la piel como erizo.
-No te vayas. ¿por qué no te puedes quedar? –Tengo que irme, más noche
regreso. ¿Te espero en mi cuarto? Lleva tu blusa roja, la que usas para dormir,
sólo la blusa, sin nada abajo ok. –Sí, está bien, ¿a qué hora? –Cuando ya todos
duerman. –Te quiero. –Yo también te quiero. Un beso largo era nuestro compás de
espera hasta que llegaba la madrugada.